[Lac] entrevista a Jesus Martín Barbero

Beatriz Busaniche busaniche at velocom.com.ar
Mon Oct 4 00:01:37 BST 2004


http://www.pagina12web.com.ar/diario/cultura/7-41268.html
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ENTREVISTA CON EL ESPAÑOL-COLOMBIANO JESUS MARTIN BARBERO
“Hay masturbación narcisista”   El especialista en comunicación,
  invitado al Festival de Video de
 Rosario, criticó el escaso poder
transformador de los medios y de los
  organismos culturales. Señaló,
además, la “manipulación ideológica”
       que sufre la sociedad.


Por Mariano Blejman 


 Desde Rosario

Jesús Martín Barbero nació en España, aunque se radicó en Colombia desde
su exilio de la España franquista. Fue invitado para dar una conferencia
en el XI Festival de Video de Rosario, donde Barbero explicó que muy
distinto hubiese sido el pensamiento en la comunicación sin la unión que
dio el exilio político de los que “descienden de los barcos” con los que
descienden de los mayas, aztecas e incas. Barbero recibió también el
título de profesor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario.
Se doctoró en Bélgica en 1971 en Filosofía y Letras, fue director de
Comunicación de la Universidad del Valle en Cali (Colombia), ejerció la
docencia en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Occidente en Monterrey, México, fue presidente de la Alaic (Asociación
Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación), miembro de la
Felafacs (Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación
Social) y ha publicado decenas de libros que se estudian en las carreras
de Comunicación de América latina. Barbero se refiere al poder de las
ciencias de la comunicación para interactuar con lo que “sucede”.
–¿Cuál es el poder real de la comunicación para transformar lo que
sucede?
–El discurso científico es una retórica incapaz de interpelar al FMI y
al Banco Mundial si no hay instituciones mundiales que nos amparen, que
tengan alguna clase de poder de decisión. Hay un bla bla bla baboso
sobre el asunto de la diversidad, por ejemplo. No tenemos nada, es pura
masturbación narcicista. Los idiomas se mueren en estos días, y no pasa
nada. Estoy pensando en otro tipo de organización cultural fuera de la
Unesco, para que no pase lo que sucedió en la cumbre de la Sociedad de
la Información, donde el Estado se fue borrando y quedaron las empresas
conversando con los organismos sociales, las ONG. 
–Para colmo, frente a una gran ignorancia internacional de la
superpotencia...
–Existe un grupo íntimo dentro de los que rodean a George W. Bush que no
es tan ignorante como parece. Susan Sontag lo escribió en un artículo
muy interesante. Las fotos que aparecieron de Irak parecían una tortura
más, pero los norteamericanos sabían bien las diferencias de los machos
islámicos: desnudarlos ante una mujer en público era una forma de romper
su estima. Es como los campos de concentración de Hitler y familia.
Ellos no fueron unos locos, tuvieron ingenieros, psicoanalistas. Tal vez
tengan cierta clase de ignorancia histórica, pero sólo cuando necesitan
tenerla. La manera en que robaron los museos de Bagdad es increíble,
estoy seguro de que entre los soldados había antropólogos, arqueólogos.
Las piezas robadas van aparecer en los museos norteamericanos dentro de
poco. El mundo no ha encontrado una energía renovable para sostener el
funcionamiento del planeta como el petróleo. Ni Colin Powell creía lo
que decía en la última conferencia de la ONU antes de la guerra. 
–¿Cuál puede ser el rol de los medios comerciales?
–El problema central es que los medios tradicionales tienen una visión
monolítica de la sociedad. Los estudios de recepción han intentado
meterse a pensar sobre lo que supuestamente la gente quiere ver en cine,
donde la hegemonía norteamericana hace perder el sentido de la
diferencia. En la Argentina está el asunto de los piqueteros, por
ejemplo. Hay un grado de manipulación ideológica fortísima sobre lo que
parece que es “lo que la gente quiere ver”, “lo que la gente siente”. No
quiere decir que no haya una cierta convergencia en el sentir de la
gente sobre la inseguridad urbana. Pero hasta en México, López Obrador,
dirigente de izquierda, está pensando una reglamentación para las
marchas de las grandes ciudades. Cuando se corta una ciudad completa se
genera malestar, y muchos piensan que hay que buscar equilibrios entre
derechos de unos y derechos de otros.
–¿El gobierno de Kirchner interactúa sólo mediáticamente?
–En muchas cosas me saco el sombrero con el gobierno de Kirchner, que se
paró frente a los jubilados alemanes que invirtieron en bonos argentinos
con tasas del 40 por ciento, y quieren recuperar la inversión. Pero
hubiera necesitado un apoyo más fuerte para que el relanzamiento tenga
repercusiones sociales concretas. Eso no se pudo hacer, se terminó la
desestabilización, había expectativas en el origen de la
desestabilización de la Argentina que quedó reventada hacia a la
Argentina reinventada. Hay algo de verdad en la sensación de
inestabilidad. Pero el discurso lo que hace es ocultar, olvidar el
origen desestabilizador porque sirve a los intereses privados que
movilizan esa inestabilidad.
–¿Se necesita más densidad mediática?
–Más densidad y opacidad. Lo de Beatriz Sarlo sobre Borges, por ejemplo,
que dice que Borges une lo que la sociedad separa. Nuestros
intelectuales piensan que los gustos populares son una mierda, les da
asco al estómago. Después legitiman, argumentan, pero argumentan sobre
el dolor de su propio estómago: los pobres tienen mal gusto, dicen. En
Colombia logramos por primera vez hacer una encuesta nacional sobre los
consumos culturales. ¿Sabe cuál salió el acontecimiento más importante
para Colombia? El reinado de la belleza de Cartagena. Pero en vez de
salir a decir “este país es una mierda”, ¿por qué no se preguntan qué
está pasando ahí? Nunca se hace algo sin que conecte en algún nivel. 
–Pero los medios tienen una responsabilidad, ¿o no?
–Rambo I es culpa del productor, pero Rambo II... ¿de quién es culpa? Y
el III, el IV, realmente remite a la sociedad. La TV tiene la culpa,
entonces les suelo decir a las personas: enfrenten a la TV; pero todos
se quejan y nadie hace nada. Aunque es cierto que hay una miopía de los
editores, de no saber reubicarse en los países, hay una gran inercia.
Una vez estaba en Roma dando una conferencia de la ONU y un director de
publicidad me escuchó y me dijo: “Lo que usted dijo es una estupidez,
quiero ayudarle a salir de ella. La publicidad no es paternalista,
xenofóbica ni machista. Los publicistas sí somos paternalistas,
xenofóbicos y machistas, pero no está demostrado que eso venda más”.
Seis meses después salió la campaña de Benetton. Como dijo un
norteamericano, los miedos refuerzan los prejuicios, pero son débiles
para romperlos.





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